¿El #01? Yulieski verdaderamente contribuye

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3 min readNov 7, 2013

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¿El #01? Pensé que era una broma de Yulieski. ( Foto: Reynier Batista Morales)

¿El #01? Pensé que era una broma de Yulieski. ( Foto: Reynier Batista Morales)[/caption]

Por Reynaldo Cruz

La primera vez que lo vi fue en el periódico Granma del pasado viernes, cuando se incluyeron las nóminas de todos los equipos a la actual Serie Nacional, y vi algo que de momento me pareció un error al teclear de alguien (también conocidos como typo): cuando busqué el nuevo número de Yulieski Gourriel (porque me mataba la curiosidad por saber qué iba a llevar detrás en el uniforme, pues Rudy Reyes usa el #10 en los azules), me encontré con un “01”… o sea, que si se pone de espaldas ante un espejo y se mira, estará usando un #10, ¿cuán morboso puede ser eso?

En algún momento de los años ochenta, la Comisión Nacional de Béisbol tuvo la infeliz idea de poner números de dos dígitos para todo el mundo, por lo que recuerdo haber visto en una foto de la revista Bohemia a Juan Padilla usando el #07 — otro cero más y en aquella época habríamos estado en problemas — , algo que felizmente terminó ahí, hasta la Serie 53, cuando le dieron al Yuli la oportunidad de llevar el 01, algo que puede convertirse en una cruz más que deba cargar sobre sus hombros.

¿Por qué? ¿Acaso no es evidente? Conocemos perfectamente de las particularidades de la fanaticada cubana, y de lo mucho que les gusta “dar cuero” o “chucho”, y Yulieski Gourriel, desde que conectó para doble matanza en la final de los Juegos Olímpicos de Beijing 2008, es presa fácil a los insultos, que han ido desde cosas totalmente inocentes hasta ofensas casi intolerables. Su reciente traspaso a los Industriales, equipo tan odiado como amado por la fanaticada cubana, no hizo sino exacerbar esos ataques, que le perseguirán por cada estadio del país en donde los azules tengan acción.

Entonces, sabiendo eso, ¿qué hace Yulieski? Pues nada, simplemente decide hacerles un regalo a aquellos que se deleitan gritándole cosas en el estadio, y ponerles en la mano un elemento que será explotado con vehemencia una y otra vez: un cero a la izquierda. Y bueno, todos sabemos las connotaciones que tiene el cero a la izquierda, sobre todo si de ofender se trata… ya me imagino a los más endemoniados detractores dándose banquete con cuanta cosa se les ocurra decirle. El mediano de los Gourriel debió ser más consecuente, más sensato, más despierto, más pícaro, menos inocente, pero en estos momentos solamente está casi de manera definitiva poniendo un hacha en manos de un verdugo sediento de sangre: los aficionados que lo desprecian o disfrutan haciéndole pasar malos ratos.

Siendo el gran pelotero que es (este punto nadie lo puede negar), y haciendo bien las cosas, ha recibido una lluvia de insultos desde las gradas, ¿qué más puede esperar ahora que tiene esta actitud excéntrica, no asumida con el objetivo de resaltar, sino de ser diferente, o incluso como una forma de rebeldía por no poder tener su ansiado número 10? Las razones por las que escogió un 10 invertido son bastante personales, y nadie tiene derecho a juzgarlo, pero realmente está pisando terreno tan inestable como las arenas movedizas, y todos sabemos que hacerlo conlleva el riesgo casi perenne de hundimiento.

¿Habrá olvidado acaso que Aurelio Prieto Alemán debió salir en su defensa hace menos de un año debido a las constantes burlas de los aficionados? ¿Cómo se le ocurre ponérsela tan fácil a aquellos que disfrutan desestabilizándolo y lanzándole improperios? ¿Con qué fuerza moral va a quejarse después de que no lo respetan? Realmente, es definitivo que se ha decidido a no cooperar con las personas que hacen todo lo posible por eliminar la errónea imagen que muchos tienen de él, al tiempo que contribuye de manera abierta con los que van a divertirse mucho durante la presente campaña.

Afortunadamente para él, ahora juega con Industriales, y el Estadio Latinoamericano, uno de los lugares donde más ha sufrido, lo va a abrazar y a acoger… aunque más le vale hacer lo que hace todos los años y rendir como el gran pelotero que es, por su propio bien, para que la “broma” no se vuelva en su contra.

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