Serie Nacional: ¿Demasiados equipos?

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Universo Béisbol
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5 min readMay 31, 2011

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[caption id=”attachment_2423" align=”alignright” width=”300" caption=”La enorme cantidad de cuadrangulares durante los últimos años en Cuba han sido objeto de preocupación. (Foto: Ismael Francisco)”]

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Por Reynaldo Cruz

Constantemente se habla en Cuba de la necesidad de “elevar el techo de la pelota cubana” con un campeonato selectivo, una mayor cantidad de topes, y algunos mencionan incluso la posibilidad de permitir que jugadores cubanos participen en ligas extranjeras para prepararlos con vistas al Clásico Mundial de Béisbol. Mucho se dice, pero es todo tan diferente que resulta imposible llegar a un consenso, más aún teniendo en cuenta el total rechazo de parte de los directivos del deporte en Cuba ante cualquier modificación.

Algo hay que hacer. No es lógico que Yoenis Céspedes y José Dariel Abreu disparen 33 vuelacercas cada uno en el campeonato nacional y que después no puedan dar más de uno en un campeonato mundial, aún enfrentando a equipos como España, Filipinas, Indonesia o el Reino Unido.

Comencemos por la cantidad de conjuntos.

En las Grandes Ligas norteamericanas — referente utilizado en infinidad de ocasiones para establecer comparaciones injustas — hay 30 conjuntos, casi el doble de los que hay en Cuba. Claro, Estados Unidos es un país con una población elevadísima, y tiene una infraestructura deportiva que otorga becas de preuniversitario y universidad a los buenos jugadores. Las Mayores tienen además un grupo de escalones de ascenso de tremendísimo nivel como son la Clase A, la Doble A (AA) y la Triple A (AAA). A esto súmele la cantidad de jugadores extranjeros que participan en esa liga y la cantidad de hijos de inmigrantes que fueron en busca del American Dream (sueño americano). Son estas razones de peso que hacen que para las Grandes Ligas sea necesario tener tres decenas de conjuntos, y el dinero, claro está, también ayuda mucho.

Cruzando el Océano Pacífico, alejada de las mentes de muchos norteamericanos y constituyendo totalmente un misterio para los cubanos, se encuentra la Liga Profesional Japonesa de Béisbol (NPB). Aunque el archipiélago nipón tiene una cantidad de habitantes muy superior a la de Cuba, y tiene una fanaticada que es extremadamente entusiasta — además de que es una liga profesional –, la cantidad de conjuntos que disputan las dos ligas en busca de acceder a la Serie del Japón es de 12; o sea, menor que la de la Serie Nacional. No es necesario decir, claro está, que al igual que en la Gran Carpa, participan jugadores de muchos otros países, incluidos los norteamericanos.

Las ligas profesionales del mundo lo piensan un millón de veces antes de expandirse. Agregar un equipo al listado de contendientes es un riesgo que se evalúa teniendo en cuenta aspectos cualitativos y cuantitativos… y los cuantitativos siempre se relacionan con dinero.

Cada vez que se da una expansión, disminuye momentáneamente el techo del evento. Es por eso que cuando se agregan dos conjuntos se “escapan” algunos jugadores en las estadísticas, tanto ofensivas como de pitcheo, pues habrá una cantidad mayor de peloteros que se estrenarán en el torneo.

Otro aspecto que atenta contra la pelota cubana es la inexistencia de un torneo simultáneo de menos nivel, que no se celebró este año por problemas económicos.

No voy a hablar de los torneos de desarrollo que existen en las ligas profesionales, eso ya lo he hecho.

Más bien, expondré una solución que surgió un día en una conversación con unos amigos amantes de nuestro deporte nacional.

¿Qué tal si, en virtud de la necesidad que existe de elevar el techo de la pelota cubana, no reducimos la cantidad de equipos a ocho?

No es una locura, piénsenlo bien, el dinero que no se emplee en los otros ocho puede utilizarse para celebrar el torneo de desarrollo de manera simultánea, con los jugadores ascendiendo y descendiendo, según su rendimiento.

Está claro, a muchas personas no les va a agradar, pero hemos estado viviendo en una burbuja con las estadísticas de los últimos cuatro años. Nuestra liga no se nutre de peloteros foráneos, y cada año, es víctima del saqueo provocado por el robo de talentos, por lo que se impone la necesidad de cambiar, y adoptar estrategias diferentes.

Reducir los equipos actuales a ocho, digamos (Pinar del Río y la Isla de la Juventud, Industriales y Metropolitanos, Habana y Matanzas, Villa Clara y Sancti Spíritus, Cienfuegos y Ciego de Ávila, Camagüey y Las Tunas, Holguín y Granma, y Santiago de Cuba y Guantánamo, o cualquier otra combinación), puede ser una buena opción.

El campeonato provincial arrojará una cantidad de jugadores que formarán una enorme preselección obligada a entrenar, y de la que saldrán dos equipos: uno para la Serie Nacional, y el otro para la Segunda División, o como quieran llamarle.

De este modo, habrá un campeonato inferior de donde los equipos puedan extraer peloteros, sobre todo cuando se lesionen los del equipo de arriba, que descenderán y jugarán a un nivel “más flojo” mientras se recuperan.

La expresión de que tal equipo “es un hospital” desaparecerá de nuestro vocabulario, pues cuando haya una dolencia, simplemente se enviará al jugador a la división inferior y “subirán” a uno para que le suplante, aunque no sea como regular.

Otro resultado de esto sería que se reduciría la cantidad de equipos que marchan a los Play Off: en Cuba, con 16 equipos en el campeonato, pasan a la postemporada ocho: los mismos que van en las Grandes Ligas con 30 contendientes.

Es cierto que todas las provincias quieren ser representadas, pero en pos de lograr la calidad, adoptar medidas que “profesionalicen” nuestro béisbol parece casi una tarea obligada: en estos momentos hay más de 50 peloteros participando en la Serie Nacional que tienen un rendimiento inferior a los índices de mediocridad aceptables para un campeonato serio.

La reducción traería como consecuencia un descenso en los alarmantes índices de jonrones, una mayor concentración del pitcheo, y una especialización — de la que tanto se habla en todas partes — en los roles de los serpentineros.

Mientras la economía no lo permita, no habrá torneo selectivo, y la Serie de Desarrollo seguirá siendo una quimera casi inalcanzable. Otras variantes se imponen: esta es solamente una de ellas, pero en honor a la verdad, hay casi once millones de soluciones rondando en las mentes de los cubanos.

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