WBC: Ni muy muy, ni tan Clásico

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6 min readJan 18, 2013

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¿Qué sucedería si Estados Unidos llevara a sus mejores peloteros a un Clásico Mundial? (Foto: AP)

¿Qué sucedería si Estados Unidos llevara a sus mejores peloteros a un Clásico Mundial? (Foto: AP)[/caption]

Por Reynaldo Cruz

Cada jornada que pasa, nos acercamos más y más al tercer Clásico Mundial de Béisbol, el evento internacional más importante que se haya jugado. Pero a medida que crecen las expectativas, aumenta también la incertidumbre, sobre todo respecto a cuántos atletas más de la Gran Carpa dirán “no” a su participación en el evento, sea ya por razones personales o por decisiones estratégicas que involucran primariamente a sus carreras deportivas.

Claro, la Major League Baseball sigue — y seguirá, por mucho tiempo — siendo la más poderosa institución beisbolera, capaz incluso hasta de decidir por encima de los intereses de la ahora fusionada Federación Internacional de Béisbol (IBAF, por sus siglas en inglés).

En tiempos en los que el béisbol trata desesperadamente de regresar a las competencias estivales, el World Baseball Classic desempeña un papel fundamental en las aspiraciones que tiene el deporte de las bolas y los strikes de que esto finalmente se concrete. Por tanto, mediáticamente era muy importante que las principales figuras de cada nación estén presentes en el torneo.

Ya no estoy hablando de la negativa de estrellas niponas como el veterano Ichiro Suzuki (sin dudas, un ícono para los fanáticos japoneses), los lanzadores Hiroki Kuroda y Yu Darvish, o el jardinero Norichika Aoki, dejando fuera del escenario al paracortos Hiroyuki Nakajima y al relevista Kyuji Fujikawa, quienes firmaron contratos recientemente con conjuntos de la MLB.

Tampoco quiero referirme a los coreanos Hyun-Jin Ryu, Lim-Chang Yong o Shin-Soo Choo, sino que quiero abordar a la nación que tal vez sufra más las presiones de los dueños de equipos de las Grandes Ligas a la hora de conformar la nómina de su elenco: el propio Team USA.

Sí, porque aunque siempre se intente satanizar a los norteños, es precisamente esta selección la que más problemas tiene a la hora de conformar su escuadra para Clásicos Mundiales. A pesar de tener aún de dónde escoger, hubiese sido muy interesante y emocionante ver a Mike Trout, Josh Hamilton o Bryce Harper vistiendo la franela del llamado White, Red and Blue, en el grupo clasificatorio D, donde el país anfitrión deberá vérselas con Italia, Canadá y México… estos últimos sus victimarios en el primer torneo.

La lista de peloteros que dieron la espalda al Clásico fue creciendo día a día, y aunque nunca se dice abiertamente que los clubes de la MLB tuvieron algo que ver, sería de tontos pensar que no. Imaginemos, por ejemplo, el caso de Yu Darvish, quien que está en proceso de 111.7 millones de dólares de las arcas de los Texas Rangers (51.7 millones en el Posting System[i] y 60 millones en seis años de contrato): ¿puede culpar alguien a los Vigilantes de ejercer algo de presión sobre una persona en quien hicieron una inversión tan grande a largo plazo?

Darvish, Trout y Harper tienen además sus propios demonios delante de ellos. Los tres fueron novatos en las Grandes Ligas con buenos desempeños, y la posibilidad de que el fantasma del sophomore jinx[ii] caiga sobre ellos es muy latente, sobre todo para Trout, pues pocos pueden mantener esos números durante tanto tiempo.

Otros casos, como el del máscara Buster Posey, alguien que sin duda no merece crítica de ningún tipo: luego de ser Novato del Año en 2010, sufrió una lesión severa en 2011 por una colisión en el plato con Scott Cousins, que le llevó a terminar su temporada. Regresó en 2012 y terminó como el Regreso del Año y el Jugador Más Valioso de la Liga Nacional. Según su mentor Bruce Bochy, Posey jugó a la defensa mucho más tiempo del esperado por el cuerpo de dirección de los Gigantes. Desgraciadamente para él, la Liga Nacional no tiene bateador designado, por lo que Bochy se vio obligado a usarlo como enmascarado para no prescindir de su poderoso bateo. Luego de un año de lesión y recuperación, más otro de intensa actividad defensiva, es más que lógico que Posey tenga sus reservas.

Sin embargo, es el pitcheo el punto flaco en cuanto a presencia de ligamayoristas en el Clásico. En el propio equipo de Estados Unidos, por ejemplo, R.A. Dickey encabeza una rotación que adolece de la ausencia de Matt Cain y David Price, por poner solo dos ejemplos.

Obviamente, la World Baseball Classic Inc. no tiene intención alguna en hacer enojar a los conjuntos de la MLB, sobre todo porque depende de sus jugadores para que el evento sea un éxito, pero con tantas ausencias es muy difícil que el impacto que tuvo el primero en 2006 se repita.

La concentración del equipo estadounidense, que inicia apenas unos días antes de que la voz de “¡Play Ball!” se escuche en Phoenix, puede ser otro de los factores que comprometerían seriamente la posición del conjunto, que se metió en semifinales en 2009 luego de un decepcionante papel en 2006. Precisamente este tiempo en el campo de entrenamiento es algo que depende totalmente de la MLB, debido a que ninguno de sus jugadores debe sobrecargarse demasiado. El mismo torneo tiene lugar en marzo para coincidir con la etapa de los entrenamientos de primavera (Spring Training), que son la antesala a la temporada regular de las Mayores. El Clásico cierra poco antes del fin de los entrenamientos, y esto no es casualidad.

Más que el orgullo de jugar por sus naciones, los peloteros piensan en sus respectivas carreras deportivas. A diferencia de la cantidad de dineros y del show mediático que se mueve en torno a la Copa Mundial de la FIFA, el Clásico carece de rivalidades que se extiendan más allá de los clubes. Por supuesto, las rivalidades asiáticas o caribeñas siempre aportan un gran atractivo al evento, pero una pugna tan histórica y mítica como la Cuba-USA no ha ocurrido nunca en estos eventos, principalmente porque cuando el uno ha jugado bien el otro lo ha hecho mal.

Sin embargo, también está el creciente escepticismo que inunda el corazón del American Fan[iii], que no quiere bajo ningún concepto ver como el tercer bate del equipo al que sigue durante 162 largos partidos, y por el que paga entradas (nada baratas) en 81 ocasiones, echando el resto en un torneo de menos de un mes, y arriesgando sufrir una season-ending injury[iv].

Algunos incluso consideran al Clásico como una arrogancia de la MLB para promover sus valores a nivel internacional, y atraer a otros, ¿por qué no? En el caso de los Medias Rojas de Boston, todavía hay quienes no perdonan ni a Tatsunori Hara ni a Daisuke Matsuzaka, sobre todo porque el primero utilizó al segundo “demasiado tiempo” en el Clásico Mundial de Béisbol de 2009, y porque Dice-K no fue capaz de decir “no” cuando en la opinión de los que no perdonan, debía hacerlo.

La única forma en que el torneo tomará la fuerza que debe tomar es que en año de Clásico la MLB ajuste su calendario y que el torneo tome la importancia que para los futbolistas tiene la Copa Mundial de Fútbol. Para esto, la WBCI deberá realizar ajustes en su presupuesto, y el índice de publicidad hacia el Clásico debe aumentar. También se requiere sin dudas que la participación en el torneo sea para jugadores y conjuntos de la MLB más una cuestión de necesidad (del tipo que sea) que un posible problema para su desempeño en la temporada regular o peor, para sus respectivas carreras deportivas.

[i] Sistema al que están sujetos los peloteros de la Liga Japonesa, y por medio del cual pueden acceder a negociaciones con conjuntos de las Grandes Ligas un año antes de que se cumpla su estancia obligatoria en Japón.

[ii] Síndrome de la Segunda Temporada, un mal que aqueja a muchos atletas, sobre todo luego de una excelente primera campaña, que hace que caigan en slumps repetidos en su segunda contienda.

[iii] Del inglés: fanático norteamericano.

[iv] Del inglés : lesión que pone fin a la temporada de un jugador.

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